Orfeón Moratalaz
Orfeón Moratalaz

 

 

 

 

 

ORFEÓN versus CRISIS


               Reconozco que se trata de un título altamente provocativo. La palabra latina “versus”, muy utilizada en inglés, tiene varios significados. En nuestro caso equivale a “plantar cara”, “enfrentar”, “posicionarse ante algo o ante alguien”. ¿Tiene sentido que una pequeña agrupación musical, como es el Orfeón, plante cara a los que causaronla ruina de muchos y ahora están aprovechándose de la crisis: los mercados, los bancos, los paraísos fiscales, los políticos corruptos de toda laña…? ¿Con qué armas vamos a enfrentarnos a quienes hacen quebrar instituciones financieras y países, a quienes de un plumazo pueden mandarnos al paro o provocar un desahucio que nos deje en la calle?

               Algo parecido le decía el gigante Goliat al pequeño David: ¿me has tomado por un perro, que vienes a mí con una honda y unas piedras? No sabemos lo que pensarían aquellos asustadizos soldados israelitas cuando vieron salir de entre sus filas a un chaval joven e inexperto, de pelo rubio, pastor por más señas y sin ninguna formación militar disppuesto a enfrentarse a todo un gigantón que hacía ostentación de sus armas y de su fuerza bruta, bien aderezada de continuas bravuconadas.

               La estrategia de Goliat parecía perfecta. La misma que utiliza el león cuando ruge: atemorizar a sus presas; hacer que el miedo las paralice para devorarlas a su antojo. Eso –y no otra cosa- es lo que buscan los causantes de la crisis: asustarnos, forzarnos a entrar en nuestro agujero para dejarles el campo libre; en una palabra, ganar la batalla sin disparar una sola flecha, obligarnos a capitular sin condiciones.

               ¿Podemos hacer algo frente a este gigantón que se mimetiza en los mercados, en la prima de riesgo, en los recortes o en los índices de bolsa para no ser reconocido? Por una vez vamos a utilizar el lema de campaña del presidente Obama: “Yes, we can” (Sí, podemos). Pero, ¿cómo?

  • Resistiendo. Si damos por supuesto que el paro, los desahucios o la pérdida de nuestros derechos nos van a acompañar hasta la tumba, estamos muertos.
  • Manteniendo bien alta nuestra moral. Tenemos que evitar la depresión a toda costa sabiendo que esta patología no sólo ataca a las personas sino a los colectivos y a la propia sociedad. Tenemos que seguir estando alegres, responsablemente alegres y confiados en que el resultado de la lucha entre David y Goliat depende de nosotros. ¿Por qué no celebrar el triunfo final, aunque esté lejos?
  • Buscando soluciones a la medida de nuestras posibilidades: los abuelos, apoyando a sus hijos y nietos; los estudiantes, formándose cada vez mejor para cuando haya trabajo; los parados, buscando un empleo con imaginación; sí, desde las 8 de la mañana –hora de entrada al trabajo- hasta la caída de la tarde. Si antes se pasaban todo ese tiempo trabajando, por qué dedicar sólo un par de horas a la búsqueda de empleo o de cooperativistas; los que tienen madera de emprendedores, arriesgándose a emprender; los que tienen algún dinero, siendo solidaros con los que no tienen: hoy por ti y mañana por mí; los que todavía guardan unos ahorrillos en el banco o debajo de un ladrillo, poniéndolos a producir y a crear riqueza; la gente honrada, negando el voto a los partidos que tienen corruptos en sus filas y a los sindicalistas que utilizan su poder en provecho propio.

 

Sí, “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. ¿Hay algo especial que pueda hacer el Orfeón Moratalaz? Mucho.

Recordad nuestro himno de andar por casa:


Al mal tiempo, buena cara; y al buen vino, no eches agua.

Sí, sí, sí… No, no, no… Viva la Música y el Orfeón”.

 

Recordad el título de nuestro último DVD: “En armonía”. ¿Os dice algo esta preocupación nuestra por la música y la buena armonía?

Vamos a seguir cantando, vamos a seguir llevando música, alegría y ánimo allá donde nos llamen, aunque no nos paguen. Si no tenemos para alqular un autocar, hagamos el viaje en transporte público. Vamos a seguir siendo un grupo de amigos cantores, tan buenos amigos como buenos cantores, donde tengan cabida chicos y grandes, hombres y mujeres, nacionales y extranjeros; vamos a proponernos que ninguno de nosotros se quede en la estacada por el alquiler del piso o porque le han despedido del trabajo. Vamos a ayudaros y a animarnos unos a otros cuando las cosas vengan mal dadas, ¡que vendrán! Vamos a tratar de mejorar nuestro nivel musical cada día, cada semana, cada concierto.

La música es un antídoto contra la depresión. A los mercados les gustaría vernos desmoralizados, hundidos, sin capacidad de reacción. No les demos esta satisfacción. Si nos mantenemos unidos y conservamos el coraje, tendrán que claudicar como aquel panadero de pueblo que le decía al dueño de la fábrica de harinas: “Hombre, no les aprietes tanto; que si no tienen para comprar pan, a ti y a mí se nos acaba el negocio”.

Termino recordándoos algo sucedido hace unos años. Cuando nuestro director –el que suscribe- se enteró de que el Coro de Jóvenes de la Comunidad de Madrid había tenido problemas con la canción “Contrappunto bestiale alla Mente”, se arremangó y decidió incluirla en el repertorio del Orfeón. Una osadía que le costó cara. La introducción se aprendió enseguida. La danza, también; pero al llegar a la intervención del perro, el gato, el cucú y el autillo… mejor no recordarlo. Más que un concierto aquello era un guirigay de ladridos y sonidos de pájaros que cantaban a destiempo. Nuestro pobre director, avergonzado, se dio cuenta de que se había saltado tres pueblos y de que aquella obra superaba las posibilidades del Orfeón en ese momento. Primero pensó en echar del coro a todo el que desafinase; pronto se dio cuenta de que el único responsable del desaguisado era él y que si había que echar a alguien tendría que ser al director.

Aquello podía haber acabado a como el el Rosario de la Aurora, “a farolazos;” pero al fin se impuso la cordura. Decidimos dejar la partitura en el cajón un par de años y abordarla cuando estuviéramos mejor preparados. Tuvimos que recurrir a las armas que teníamos a nuestro alcance: a multiplicar unos ensayos cada vez más exigentes pero al mismo tiempo más gratificantes, a confiar en nosotros y a apoyarnos mutuamente, a asumir con humildad nuestros errores, a unir esfuerzos, a cantar y a cantar cada vez mejor hasta convertir el guirigay de perros y gatos en un concierto agradable al oído… las mismas armas que utilizó David contra Goliat, las misma con las que podemos hacer frente a la crisis.

 

Félix Barrena,

Director del Orfeón Moratalaz

 

 

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