Orfeón Moratalaz
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ALFA, DELTA Y OMEGA: Tres secciones. Un Orfeón

Cuando yo era fumador –de esto haya ya muchos años- tenía mi ritual para comenzar un escrito. Siempre lo hacía en las primeras horas de la mañana. Me preparaba mi café mañanero, me sentaba tranquilamente a la máquina o al ordenador y encendía un pitillo. Las ideas me iban llegando a medida que las volutas de humo se expandían por la habitación o por el despacho. Estúpido de mí, llegué a pensar que sin tabaco no había artículo posible. Pero lo que ahora me parece estupidez llegó a ser realidad el día en que Victoria me convenció para que dejara el tabaco. Lo recuerdo perfectamente. Hice el rito de siempre: café mañanero, ordenador… Me faltaba la inspiración y las ideas no me venían a la cabeza. Sin pitillo y sin volutas de humo no se me ocurría nada. Tenía los nervios de punta y lo poco que escribía me parecía infumable. Así estuve mes y medio debatiéndome entre el vicio del tabaco y la virtud.

               Hoy me ha ocurrido algo parecido. Cuando me disponía a iniciar mi artículo para la sección MI BATUTA he notado con espanto que se me habían borrado todas las ideas. Y no porque me faltaran las volutas de humo sino porque necesitaba dirigirme a alguien. Uno no puede contar sus cuitas a un teclado o a una pantalla de ordenador. Como Adán en el paraíso, necesitaba tener delante a alguien de carne y hueso, alguien como yo, a quien ver y hablar; alguien de quien pudiera esperar respuesta. Superado el parón inicial han empezado a desfilar por mi imaginación las caras y los gestos característicos de mis compañeros de Orfeón. Y con ello algunas ideas. Por eso voy a ver si recupero mi inspiración comenzando este escrito como comienzo los mensajes que os mando por correo electrónico: Amigos y amigas del Orfeón.

Después de un año de reflexión personal…

               … y de consultar a muchos de vosotros, ayer lunes, durante el ensayo, me decidí a proponer algo importante: una nueva forma de organizarnos en el Orfeón. Me baso en la división que establecen las orquestas sinfónicas. En ellas encontramos al menos una sección de cuerda, donde están los violines, por ejemplo; otra sección de viento-madera, donde está el clarinete; otra de viento-metal, donde está la trompeta; y otra de percusión donde están los timbales, el triángulo, etc. Todos juntos forman lo que se llama “tutti”, que significa “todos”. Otro tanto ocurre con los coros: en ellos observamos distintas secciones: el coro de voces graves (sólo hombres), el coro de voces blancas (sólo mujeres o sólo niños), el coro de cámara, donde participa un reducido número de cantores; el Gran Coro, donde están todos… Los directores, que además de un vanidosillos y algo excéntricos somos muyt amigos de innovar, hemos creado otras muchas secciones. Pero no siempre hay que hacernos caso: a algunos es mejor echarnos de comer aparte.

               Ha sido esta realidad que vemos en las orquestas y en los grandes coros la que me ha llevado a abordar bajo esta perspectiva la situación actual de Orfeón, a establecer tres secciones a las que hemos designado con tres letras del alfabeto griego: alfa, delta y omega.

Sección ALFA:

Sería el equivalente al Coro de Cámara donde habría un máximo de 30 cantores. Con esta sección podríamos atender peticiones de conciertos que se nos hacen desde iglesias o lugares donde no cabemos todos. Y también abordar obras que por su carácter intimista o por su estilo suenan mejor cuando las interpreta un grupo pequeño. Esta sección sería la que acudiría en Noviembre a cantar en el Auditorio, donde nos ponen una limitación de 30 cantores.

Sección DELTA

El número máximo de cantores que integrarían esta sección viene fijado por la Asociación de constructores de camiones y autocares: 55 personas, incluidos director y pianista. Esta sección, que también incluye a los cantores del coro de cámara o sección ALFA, es la que llevaría el peso de la mayoría de los conciertos a lo largo del año.

Sección OMEGA

En esta sección, en la que estarían integradas las dos secciones anteriores, entrarían también los cantores y cantoras que, por alguna razón de peso (salud, trabajo, familia, estudios, edad u otra causa), tienen difícil seguir el ritmo de ensayos y conciertos del Orfeón. Estos últimos sólo participarían en algunos conciertos, cantando todas o algunas de las obras programadas, siempre que hayan asistido regularmente a los ensayos y en diálogo con el director. A nadie se nos oculta que deberíamos tratar con especial mimo y cariño a los orfeonistas que sólo pertenezcan a esta última sección.

Algunos trazos…

… que nos permitan comprender mejor cómo queda el Orfeón tras la creación de estas tres secciones.

  1. Todos, absolutamente todos, somos el Orfeón. Aquí nadie es más que nadie. Ni el director ni el jefe de cuerda ni el solista. Todos tenemos los mismos derechos y obligaciones. Podemos tener cometidos distintos, eso sí, pero eso no nos hace ni superiores ni inferiores a los demás. Ahí tenemos la colaboración de Juan, Mª Carmen S.-Solera, Emilio o Nuria, que no cantan, pero que tan buen servicio prestan al Orfeón.
  2. La obligación de asistir a los ensayos y preparar las canciones vale para todas las secciones. No tendría sentido decir: como yo no voy a cantar en este concierto no voy a cansarme aprendiendo canciones que van a cantar otros. Uno tiene que estar preparado por si le llaman para sustituir a otro compañero o por si más adelante se necesitan sus servicios en la cuerda.
  3. Del Orfeón ni se echa a nadie ni se tiene previsto echar a nadie. Es más, nunca se ha echado a nadie. Eso se hace en las empresas cuando alguien no rinde lo que se espera. En el Orfeón, no. Más que a una multinacional que sólo persigue el lucro queremos parecernos a una gran familia o a un grupo de amigos donde no se despide a nadie porque tenga problemas o no pueda seguir el ritmo de los demás. Nos inspiramos en el ejemplo de las familias: Si las facultades del abuelo ya no le permiten conducir un coche, les ofrecemos el asiento del copiloto. Si ya no puede estar detrás de un mostrador por causa del reúma, le asignamos otras tareas mmás llevaderas, como charlar con los clientes o visitar a proveedores. En nuestro caso concreto: si uno ya no puede cantar o no puede aprenderse las partituras, se le busca una solución a su medida, sea en el grupo de eméritos o en la sección Omega, de manera que siempre pueda sentirse uno más dentro del Orfeón.
  4. La alternativa de pasar a eméritos sigue estando ahí para quien desee acogerse a este privilegio que le permite seguir siendo un miembro más del Orfeón pero sin necesidad de asistir a los ensayos ni pagar cuota, salvo que decida lo contrario.
  5. Entre las distintas secciones del Orfeón no existen ni vallas ni puertas que se cierran. El paso de una sección a otra es y deberá ser siempre algo no sólo normal sino habitual. Pongámonos en la situación de un compañero al que se le ha enviado a la sección OMEGA o Gran Coro y se siente incómodo ahí porque mientras esté en esa sección sólo va a participar en un reducido número de conciertos. ¿Qué puede hacer para pasar a otra sección? Lo primero, decírselo al director y a su jefe de cuerda para que revisen su caso por si estuvieran equivocados. E inmediatamente ponerse a trabajar con ahínco las canciones, asistiendo asiduamente a los ensayos y estudiándose las partituras en casa. Si eso hace, y llega a dominar el programa, en poco tiempo conseguirá el cambio.
  6. ¿Y qué pasa si el director se equivoca y le pone a uno en la sección que no le corresponde? Pues que al director hay que ayudarle a rectificar. Porque seguro que se va a equivocar. Si lo sabré yo... Por favor, cuando veáis que el director mete la pata, no permitáis que la retuerza; ayudadle a sacarla para bien del Orfeón y de todos nosotros…

Agradecer una crítica…

… que se me hizo ayer mismo, apenas terminado el ensayo. Decía alguien del Orfeón que esto de las secciones nos va a traer problemas y complicaciones. Y que por eso no estaba de acuerdo con lo que se había planteado. Su argumento es que, aunque no lo pretendamos directamente, vamos a establecer categorías entre nosotros. Y, claro está, no es lo mismo ser de primera que de tercera categoría. Aludía, además, a una experiencia que vivimos los más antiguos cuando decidimos pasar de “Taller de Música y Canto”, donde la exigencia era mínima, a Coro Polifónico, donde íbamos a tener que cantar a varias voces mixtas. Entonces se nos criticó en la parroquia y en el barrio, tuvimos que oír cosas desagradables y vimos cómo algunos compañeros abandonaban el grupo por disconformidad con el nuevo rumbo que tomábamos. Fue un momento duro que a nadie nos gustaría volver a vivir.

               A partir de esa crítica me he hecho algunas preguntas: ¿Por qué hablan de categorías entre nosotros cuando nunca hemos mencionado ni esa palabra ni ese concepto? ¿Por qué traer a colación algo sucedido hace 20 años cuando apenas existe relación entre aquellos hechos y lo que ahora pretendemos? ¿Por qué ese temor a que se nos critique en el barrio y se produzcan abandonos cuando sólo pretendemos que cada uno pueda tener un sitio en el Orfeón? Os invito a reflexionar sobre la crítica que nos hace uno de los nuestros, alguien que comparte nuestro proyecto de Orfeón y que se ha dejado la piel por sacarlo adelante, aunque ahora no está de acuerdo con la línea que queremos seguir. Sería inteligente tener en cuenta esta crítica y estar preparados por si se nos hace. ¿Son fundados esos temores a que se produzca malestar en el Orfeón, críticas y abandonos? ¿O son sólo fantasmas? No lo sé. Pero sería bueno que hiciésemos un esfuerzo de información y de diálogo con todos los compañeros. Sólo la verdad y la claridad pueden alejar esos fantasmas

El problema de que somos muchos…

… y ya no cabemos en un autocar de 55 plazas está ahí. El hecho de que ya hay escenarios donde no podemos colocarnos por falta de espacio, está ahí. El hecho de que algunos compañeros, por circunstancias diversas, tienen dificultades para seguir el ritmo del Orfeón, está ahí. La necesidad de incorporar gente nueva, con voces más frescas y nuevos bríos, está ahí. ¿Qué podemos hacer? Dejarlo todo como está a la espera de que el tiempo resuelva los problemas o intentar abordarlos con el riesgo de equivocarnos. Hemos optado por esto segundo. Como dicen los toreros al salir al ruedo: Que Dios reparta suerte. O mejor todavía: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Félix Barrena, Director del Orfeón Moratalaz

Contacto:

Orfeón Moratalaz
Madrid, España
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Teléfono y Whatsapp:

+34 634 18 72 13

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